Saturday, May 19, 2012

Memorias de un nómada urbano 2




Aquí, allá, lo mismo da
Por Max Resto


Adoro los atardeceres de Nueva York. Adoro ese cielo que se quiebra en anaranjados imposibles, el skyline citadino que se viste de dorados refulgentes y devuelve la luz con una nitidez inaudita. Adoro los antiguos edificios de ladrillo y cornisas rococó que se despiden del día con la misma nostalgia lenta y abrasiva de ese bolero triste, pero preferido, que no podemos dejar de escuchar cuando nos duele el alma.

Los adoro porque es entonces, cruzando el Williamsburg Bridge desde el Loisaida mítico hasta mi Brooklyn natal, cuando cocino los textos que me sustentan. Es entonces cuando les doy orden y concierto a los retazos de memoria que ahora me afano en redactar, y que siempre me sirven para recordar que en algún momento creí saber algo y lo quise compartir. Un vano afán, lo sé, pero afán al fín. Y uno del que me había alejado por completo por casí una década.

Y todo comenzó, o le dio por continuar, hace casi un año. Esa tarde sanjuanera, no recuerdo si fue en verano o primavera, terminando el otoño o casi en invierno, pero sí recuerdo con nitidez que fue una tarde entre libros, revistas, gente y música. Y fue simple: un encuentro con mi antiguo editor. Me mira, sonríe, un abrazo. “Me gustaría ver tu byline en el periódico”, me dijo como quién por gusto suelta una hoja al viento. Otro abrazo y continuamos nuestro camino.

Ese gesto simple fue como despertar al que duerme, una alarma que levanta de su reposo a la conciencia, toda conciencia: la de ser y la de estar. Me sentí entonces como un Rip Van Winkle, perdido del mundo por casi una década (el durmió por dos, según su cuento) y gracias a ese gesto empieza a redescubrirlo, con los pasos dubitativos y lentos del que aprende a caminar.

Es extraño, pero atrayente, el ir por la vida amparado en la riqueza de la metáfora, la insaciabilidad infinita de la hipérbole y la adjetivación pesada e inconsecuente, pero lírica. Ser un nómada urbano al fin, con la cabeza llena de imposibles, poesía y libertad, pero dueño y señor del artificio, redimido por las posibilidades de la prosa.

Y es que la disciplina del cronista no exije nada menos. Un verdadero cronista mira al mundo con atención, pero con desapego, sujeto a la lupa severa e incisiva de quien asume la responsabilidad de dejar los hechos y las cosas, sasonadas por el verbo, obviamente, como su único legado. Un verdadero cronista observa todo con intensidad empírica, pero prefiere permanecer al margen. Mira lo que se sucede sin parpadeo, pero demasiado ocupado en aderezarlo con ingenio y redactarlo con salero como para permitirse el lujo de participar, protagonizar tal vez.

Después de casi diez años de ausencia de estas páginas, nuevamente me doy a observar, más alla de la sorpresa, cuánto ha cambiado este mundo desde que deje a un lado tan digna disciplina, mas me veo con la realidad de que todo es diferente, pero absurdamente nada ha cambiado.

Veinte años no son nada, cuando puede pasar tanto en tan sólo diez.

Según una cuenta moderada y sintetizadora, al día de hoy ya tenemos demasiadas autopistas, highways, byways, paseos y tablados. También tenemos muchos, pero muchos aviones de transporte, trenes urbanos, autobuses itinerantes, bicicletas motorizadas y hasta ya nos vemos ante el germen de los carros que caminan solos.

Tenemos el reguetón, otro género musical nativo además de la danza, la bomba y la plena. Lo que significa que tenemos al mundo entero perreando a la menor provocación. Aleluya. Y eso, según los unos, porque los otros dicen que el novel género urbano bailable es de Panamá (pero allá Juana con sus pollos).

Tenemos de todo como en botica. Desde los más impresionantes acronismos: MP3, SUV, DVD; HDTV, hasta lo último en la tecnología de la indulgencia y lo innecesario como lo son los robots que bailan el cha-cha y la pachanga, hablan miles de idiomas, lenguajes, dialectos y regionalismos y son capaces de interactuar con otros tantos protocolos digitales, además de preparar café cola’o con espumita de leche y polvillo de canela para entretener a los curiosos.

Tenemos a Green Day y al Green Peace junto con el “verde que te quiero verde”. Gozamos de las maravillas del GPS, los localizadores por satélite, los chips microscópicos, el vídeo surveillance y todos los demás embelecos electrónicamente avanzados que a pasos agigantados nos acercan más a la pesadilla del Big Brother orweliano.

Mas, por otro lado, conservamos los indigentes que se mueren de hambre y necesidad en las capitales tercermundistas. Tenemos los drogadictos en las encrucijadas urbanas, llagosos y en abandono, víctimas de su enfermedad y que viven de la caridad y el vicio. No nos hemos podido deshacer de la locura de las guerras, que siguen siendo las mismas (los enemigos podrán ser otros, pero tenemos la virtud de saberlos odiar de igual manera).  Pero ahora los eliminamos con nuevas y mejoradas formas de “matar de lejos”, gracias a las maravillas del GPS, los localizadores por satélite, los chips microscópicos, el vídeo surveillance y todos los demás embelecos electrónicamente avanzados.

Vivimos en un mundo donde todos tienen idénticas aspiraciones a las glorias del metrosexualismo, los avances en la comunicación internacional, las bendiciones de la fotografía digital y las virtudes de la red eléctrónica global. Todos aspiramos a marcar el horizonte con los trazos negligentes de un skyline ultra chick, pero no somos capaces de arreglar presupuestos y manejar la cosa pública sin corrupción. No hemos podido resolver el problema del terrorismo doméstico o internacional. Tampoco la constante amenaza del holocausto nuclear. Y, para colmo, vivimos en la inopia cuando nos toca enfrentar la violencia en el hogar, la furia de la naturaleza, el apocalipsis bíblico o la posible decadencia de la civilización según la conocemos.

¿Sueños de caviar con realidad de hueso duro de roer? Como diría el pana Tapón, allá en el remoto barrio de Cidra donde me crié, y aunque no tenga nada que ver (es la belleza del caso y la discreción del cronista): “Así es la vida del muellero”.

Yo adoro los atardeceres de Nueva York, Nueva York (hay que decirlo dos veces porque La Ciudad es así de especial). Adoro ver las figuras ataviadas de negro (un tanto hostiles, pero fugaces) de los judíos jasídicos que habitan en el vecindario donde vivo. Sus mujeres, calladas y taciturnas, serias y esquivas, que se desplazan ligeras (raros espejismos que sugieren recato y misterio) seguidas por sus rosarios de hijos en orden descendente según tamaño. También los abuelos solemnes y las abuelas hurañas, los jóvenes presurosos y las lívidas señoritas, los niñitos escandalosos. El tráfico que no cesa, la sirena de los viernes en la tarde que llama al recogimiento y recuerda que mañana es sábado, el día “que hizo el Señor”.

Y adoro ver a todos los demás que me rodean en esta urbe extensa y avasalladora, cada cual en su mundo. Cómo un set de elegantes audífonos y un moderno MP3 sirven de excusa para obviar los dramas cotidianos del tren subterráneo; cómo la edición vespertina del Times o el Post o el último best seller del club de lectores de Oprah son el escudo perfecto contra el contacto con el resto de la humanidad. Esta maravillosa Babel de Hierro es un lugar donde todos callan, pero donde no existe el silencio. Así es la vida en este sardinero post-holocaústico, multicolor y políglota donde cada cabeza es un mundo y cada mundo está a sólo unos centímetros de distancia, pero víctima del abismo inexplicable y profundo de los proverbiales “seis grados de separación”. Compartimos la acera habitando mundos diferentes. Pero qué importancia pueden tener las diferencias cuando se tiene la certeza de que definitivamente estamos de acuerdo en una cosa: odiamos cuando alguien viene a complicarnos la existencia con cuentos de gallo bolo, afrentas y provocación o faltas al respeto.

Sí, adoro los atardeceres que me ofrece la Gran Manzana. Y no es porque ya me gusten menos los románticos atardeceres de San Juan o los frescos atardeceres de Cidra, ese rincón de mundo que llevo tatuado en el alma, o los coloridos crepúsculos del sur de la Florida, el aventurero cielo de México, las misteriosas alturas asiáticas o el inmenso azul californiano (que, según aquellos que nunca han visto el Sol caer en otros sitios, los declaran como los más hermosos de la tierra).

Me gustan por que me inspiran a escribir (que aparentemente es para lo único que sirvo). Y me gusta ese hablar conmigo mismo mientras pienso. Y me gusta ese tecleteo insistente en la compu cuando escribo, que me deja saber que estoy vivo, que veo, que observo, que siento y que padezco.

Me gustan estos atardeceres tanto o más de lo que me pueden gustar un helado de frutas, una palmadita en la espalda para darme ánimo o un abrazo de amistad. Me gustan porque son fugaces y hermosos. Me gustan porque los tengo a la mano, porque me dan el tiempo y el espacio para figurar los contornos de ese promisorio horizonte que me llama urgente, antes de que se pierda en sombras y se defina con luces de artificio.

Dado al relato de mis aventuras (o desventuras, venga lo que venga) es en medio del puente con ruta a Williamsburg, Brooklyn, ese instante de tráfico y prisa, ese momento de cansancio acumulado y promesas de sosiego, ese breve instante cuando se reconoce que se sobrevivió a otro día sin que nos devorara la ciudad con su rutina golosa, sin que nos retuviera el desconcierto ni la sorpresa, sin que nos atrapara el sistema, cuando más clara me llega la palabra. Es entonces, y es cómo un suspiro de dicha, que me conecto con el verbo.

Camino ese trecho pintoresco y atrevido, grotescamente gigante y completamente metálico, ocupado de ruidos ajenos, evocaciones ancestrales y vibraciones sísmicas, con la certeza de que ese cielo que se tiñe de adioses no puede más que augurar bienaventuranza. Que ese horizonte cautivador y emotivo, ese perfil de ciudad que apunta al cielo retando toda lógica, me anima a continuar en este largo peregrinaje personal y caprichoso que me he propuesto a realizar y que dejo en estas páginas para que no se olvide.

Max Resto©2006

Thursday, November 17, 2011

Fly-Babies, an LOL Experience




It was almost a ROFL type of thing. Pregones did it again. Fly-Babies/Piojos is just fun, fun, fun.

The play basically deals with the trials and tribulations of a well-heeled high society dame, an opera singer nonetheless (Shadia Feiruz, in full control of her charms, acting chops and expertly tuned voice) unable to travel because of a case of lice at her children's uppity high school, located in the uppity east side of Manhattan.

The music, varied and eclectic, as it is Pregones Musical Director Desmar Guevarra's tradition, strings together several high energy musical numbers intelligently placed along a somewhat lineal narrative, a refreshing change from my latests theater going experiences.

In comes the smartest cast of characters in all of Pregones' illustrious history (my humble opinion, so don't argue with me!!!).

The high class lady, too squirm-ish to deal with her embarrassing body lice dilemma; the smart-alecky, business conscious, politically correct Professional Consultant hired to deal with such an emergency (Elise Hernández, what a voice, jeez); and the scientific authority given the task of dealing with the peculiar crisis (Omar Pérez, funny, funny) and more fascinated with the lovely crawlers, as he refers to the microscopic pest, than interested in finding ways to eradicate them.

The results are epic.

Clinging for dear life to the mud flaps of this solid musical false is a hilarious Dominican aspiring actor (Jesús Martinez), getting ready for the part that he hopes will kickstart his career, that of a French king famous for his towering wigs populated by the nastiest vermin in recorded history and for the popularization of the elegant hand-held scratcher.

Also wafting by is the seemingly dislodged story of the book loving "piojosa" (Rosal Colón) taunting the lice-loving scientist, now torn between her poetic raptures of literary quoting (and his) and the sophisticated opera riffs of the lice afflicted singer. Two wasted opportunities for a full arc of a romantic storyline in the history of the theater troop, darn it! Maybe next time (wink, wink, Rosalba).

Hints of a post 911 hysteria, the element of a Brown Alert as a first measure to tackle the "piojos epidemic" (read hyperbole here) does nothing to enhance the play, but places it on a timely and accurate current-state-of-affairs perspective that may date the current showings thus hindering on its timeless appeal and nature.

Well balanced character conflict, good live music and singing, energetic choreography (Tony Vargas, se botó!) and a compelling yet simple story sprinkled with some surprises here and there makes this example of the democratic nature of those little nasties quite a pleasant LOL experience. But, hey, the play is still showing one last weekend, I might go see it again, perhaps it turns out to be an ROFL thing after all.

Wednesday, December 8, 2010

On Stage

Ok, friends and familia, time to revisit the old blog and talk a bit about the going ons in the big City.

As we all know the work situation for artists, writers, actors, performers and other cultural laborers has been tough in the island of Puerto Rico for the past several years, and it does not seem to be getting any better, sad to say.

But, hey, things are tough all over.

Hardships aside, there are lots of talented people that moved to the City in search of a brighter future (and a tolerable present, at least) and are making strides in the local cultural scene. Kuddos to you all!

The proof is in the putting:

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Pregones Theater makes an ambitious and bold attempt with it's new play The Harlem Hellfighters On A Latin Beat, by transferring to the stage part of the life of musician and composer Rafael Hernández, one of our most beloved and internationally recognizable assets, during a pivotal period of our collective experience.

The play assumes its subject matter from an interesting perspective bringing forth some insightful information about that experience and how affected the artist, his peers, his family and the country as a whole.

A mixture of music, history and the clash of cultures is always a welcome recipe for interesting theater experimentation. The Harlem Hellfighters On A Latin Beat benefits from the strength of a solid cast, headed by veteran singer Danny Rivera. One of the big surprises of the premiere night's performance, at least for me, was the singing voice of Yaraní Del Valle: sweet, strong, clear and very moving. Her roller-skating rendition of Victoria Hernández was a strange apparition on stage, yet her presence and singing performance was definitely a gift to the senses.

In the able hands of experienced thespian, playwright and cultural promoter Rosalba Rolón, the story of the military experience of our guys takes a new dimension, highlighting an important chapter of our troubled relationship with the United States with a light touch and an unblinking look.

The Harlem Hellfigthers On A Latin Beat, showed to sold out audiences during the Fall Season, promises to return to the Pregones Stage in the South Bronx this next Spring.


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Another hard working stage crew comes from the folks at Nueva Escena. Modesto Lacén, a close friend and collaborator is also contributing to the effort of keeping our talent busy.

His latest production features the beautiful, multitalented and energetic Sunilda Caraballo in the one woman show Harware Dreams, an enjoyable trip down memory lane Santurce style.

Full of energy and fun family situations, the monologue, written by Sunilda, takes a look a what is like to grow up in an urban Caribbean setting with some hilarious results. Lets hope that they show this again soon, so more people can share the experience.

Just so you know, Modesto was awarded one of this year's coveted Hola Awards and is also the host of the internet TV Show Hollywood... Se Habla Español, produced by yours truly and set to debut soon on a computer near you. Don't forget to click on Terramax.biz and show your support.

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Actor and voice talent Ivan Camilo is also working hard on some upcoming surprises. Is always good to hear that he is keeping busy. Can't wait to see what he is preparing for his public and fans, though I have an idea (wink, wink).

Also busy are our friends Carina Casiano and Daniel Irizarri with the play The Orphans at The Club at La MaMa ETC, show continues this weekend until Dec. 12. Don't miss it!

And of course the staples of Latino Theater in The City: the Puerto Rican Traveling Theater and Repertorio Español always keep doing their thing.

So, you see, its not all that bad. Lets keep it that way. Until the next installment, for now let the curtain fall, standing ovation, please, and thank you, very much.

Will keep you posted.

Friday, November 13, 2009

It's all good, part deux!

Editor's note: This is a long delayed collection of brief notes with nothing but good news and pleasant surprises.

Enjoy


Hollywood... Se Habla Español is the perfect gift idea


This Holiday Season, why not give something special for the whole family to enjoy?

A collector’s item that will be treasured for generations. A new page in Hispanic Hollywood history.

An entertaining and informative coffee table book, a beautiful work of art prominently featured in the popular radio show Conexión Thalía, Noticias Univisión, HITN Television and several other national media outlets.



Click on the image to enlarge...

... And click here to buy this book!

And Hollywood... Se Habla Español its now also available on Amazon.com and Barnes and Noble.com

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Do you want to take a peek at this tome and see what is all about?

Then, visit Google Books for an online preview!

(Please, click on the image below to enlarge)



And click here to see the preview.

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Recognized and honored


Rafael J. Rivera-Viruet, award winning coauthor of the book Hollywood... Se Habla Español, receives one of 2009 Lo Mejor de Nuestra Comunidad Awards given by New York City's Comité Noviembre.





Photo by Jonás Hidalgo
(click on the image to enlarge)

Click here to see and hear Rafael's acceptance speech...

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Hollywood... Se Habla Español connects with Thalia and her public






The award winning book, available on a Deluxe Limited Edition, was featured in the popular radio talk-show Conexión Thalia.

In this interview with the famed mexican singer and actress, the authors talk about the contributions, undeniable influence and noteworthy presence of Latinos in Hollywood filmmaking since its heyday.

Rafael J. Rivera-Viruet and Max Resto share some insightful Hollywood info with the star's listeners in this enjoyable chat aired nationwide during Hispanic Heritage Month.

Click on the image above to enlarge.

And visit the Conexión Thalia web site to listen to the show and for additional information.


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Cornell University's Puerto Rican Adventure




The sculptures of Santos, El Picapiedra, line the route up to Guavate's "lechonera" area, the pig-roasting capital of the world.

(Photos by Otis J. Spears, click on the image to enlarge)


Not all is bad.

Truth be told, there are lots of problems plaguing our beloved country, specially our little island in the Caribbean, yet there is a lot of positive things happening, lots of beautiful places and nice, pleasant people to share them with.

All worthy of being commented and celebrated.

A group of Post Graduate students from the prestigious University of Cornell in New York, hired our services as "Puerto Rico Experts" and we happily complied, devising a Puerto Rican tour without parallel and aimed to provide entertainment and fun as well as lots of valuable information and insight into the Puerto Rican mindset and cultural perspectives.

The group visited the island in order to develop a marketing program for a local real estate company as part of their Master's degree thesis.

Wanting to get to know the core of Puerto Rico's soul, the group was itching to mingle with the locals. So we prepared an agenda filled with the activities, places and attractions that best profiled our people, our country and our special sensitivities. Our aim was to show a small, yet very diverse ethnic group of visitors our best features (without excluding the not so good, of course). In other words: show them the ways of the land and allow them to run with that.

From the festive "lechonera' ambiance (the glory of the local cuisine, absolute temple of the grease, the spices and the culinary indulgence), to the museums and plazas of the Cities of Cayey and Caguas and the very best of the Metropolitan area institutions, commercial locales and service network, the group of students had the chance to sample Puerto Rico in all its rich diversity, in all its glorious accomplishments, five centuries of history and culture, its standing promise of future prosperity and its immense amount of universal contributions.



Kuddos to the people that helped us with this endeavor and made the visit a pleasant, productive and entertaining one.

The list is long and perhaps some names escape my memory, but their help, support and efforts made this project posible and left a positive, idelible impression in the group.

Many thanks to:

Noemí Ramos and Karen Cruz from the HIMA Hospital in Caguas,

Iris García, Bethzaida Negrón and Norma Lizardi, from the office of tourism of the City of Caguas, and all their personnel and volunteers,

Santos El Picapiedra and his family,

and the Santurce artist Rubén Ríos,

Their positive response, welcoming attitude and great sense of hospitality is greatly appreciated and definitely made the difference.

Monday, November 2, 2009

Journals from the Exile — Número Uno

Modesto Lacén Cepeda
A Witness's Account


Actor, dancer, choreographer and exiled Puerto Rican artiste, Modesto Lacén Cepeda,
visits Yagunzo Press Studios in New York City


(Photos by Otis J. Spears — Click on the images to magnify.)



Modesto Lacén Cepeda is a good friend, and a close collaborator. Always within reach, very generous with his time and so gracious with his talents, so many and so excellently exercised, he is the type of artiste that honestly loves to create, develop and share. I am a witness to that.

The preceding statement makes it very clear to all that this article is definitely biased... but I don't care. :-p

I detest talking about people (wink! You all know that's a lie, I’m a damn journalist!!!!!!), but I love to brag about my friends (buscando indulgencias con escapulario ajeno) and Modesto is a friend so worthy of bragging about, and I can say without a doubt that I know Modesto and Modesto knows me, we’re pals.

Hell, the man knows me so well…!

Needless to say: when in Maxdom, Modesto knows to fend for himself.

He strolls into my art studio with a bag of Chinese take-out, conscious of the permanently desolate state of my fridge. There is always the beers cousin Danny brings for the afternoon happy hour, perhaps a bottle of vodka a close associate keeps in the ice box for when he drops by, but never any nourishing fare, unless I decide to host and cook, which is a totally different story.

He is going thru this cleansing-type-thingy for a couple of weeks, and its only water, Chinese veggies and steamed rice. He has a meeting later at a fancy restaurant nearby, so he makes sure to eat first (we live in NYC, and in the modern Babylon there’s some logic to that, trust me).

I’ve been a witness to Modesto’s growth and development since the beginning of his acting career and always wanted to sit with him for a formal interview. His face in a series of local TV commercials, small stage productions and other artistic ventures (memories of Medea at El Morro anyone?) profiled a talent worth keeping under the cultural and artistic radar. At first glance we discovered an actor capable of versatility, freshness and control, assuming with ease a multiplicity of types, always convincingly.

No critical criteria considered, I’m just an innocent bystander, an eyewitness.

His consistency for dramatic excellence never surprises, yet always pleases. Brings to mind a young and vibrant Juano Hernández, one of our first Hollywood stars and a performer of undeniable talent, iconic presence and colossal importance, just reminiscence his turn as Lucas Beauchamp in the 1949 classic Intruder in the Dust.

As soon as Modesto assumes his stage persona we are guaranteed a complete being, body, gestures, feelings, soul, wholesome acting, memorable and lasting.

In the star studded musical El Bombón de Elena, he took a second tier character and delivered a powerful and solid performance, visibly shadowing the main players.

He commanded praise for his performance in Celia: El musical, were his character, a widowed and withering Pedro Knight, ponders about his lifelong relationship and intimate musical collaboration with the famed Queen of Salsa.

Most recently in Salsa Gorda, a play by Puerto Rican writer José Luis Ramos Escobar, he took his character (a salsa-loving photographer who dies prematurely of AIDS) and his performing genius to new heights. Wowing all with his dance moves and with his convincing, moving and felt performance.

Forced out of Puerto Rico in search of professional opportunities, Modesto views his residence in the City as a chance to explore new and diverse artistic options. He assumes the urban metal playground of New York, New York with enthusiasm, his drive intact he still strikes for excellence, keeping in sight the big prize while allowing for growth, but totally conscious of his place and time, as well as the importance of his contribution.

—Working a whole year in a play, with all the benefits and perks, is something unheard-of back in the island (Puerto Rico), — states Modesto boldly while saddened by the state of affairs in his native town of Loiza, a place literally at war with itself due to its high crime rate, violent street gangs and severe drug problem. Modesto is willing to go back and help, given the proper support and resources, and envisions himself in such a position in the future.

He confesses to a rearing of privilege. Hard working, dedicated and responsible parents, with what I dare calling a healthy sense of dignity and prosperity, they insisted in the fact that education is the key, and hard work is the tool. He was blessed, given that treasure, and he was very lucky, as he was allowed to choose his route.

His early incursions into serious acting and his mixing with the local crowd “farandulero”, the local art scene, of course awakened a bit of resistance from his family at first, given the obvious negative preconceptions: work instability and economical hardships, mainly.

His increasing list of successes and the ensuing recognition took care of the parental concerns long ago. His participation in important theater, film and commercial endeavors, ample proof of his scope and reach. Now his folks are his biggest fans and we are lucky he didn’t followed the medical technology field and family business his folks had planned for him.

Modesto keeps busy, a list of standing and future projects fills his agenda. From the workshops by the Shakespeare in the park theater to Pregones Theater, his ongoing gig with Repertorio Español in "Pantaleón y las Visitadoras," an upcoming screening of a movie in which he plays the lead, "La familia del camello," as part of the Borimix Film Festival 2009, Modesto does not complain at all. He does dream of a return to Loíza, free from the hustle and tussle of acting, just to relax and definitely to help, not an empty promise, I'm willing to bet on it.

For now he duels in the City, he learns, works and grows, as he should, mom and pop taught him well. He stays faithful to his goals and his duty, always the sole owner of his pride, while a master of his trade, entitled to his accomplishments and deserving of his noticeable joy. I’m a witness to that.

Tuesday, October 20, 2009

Las virtudes de la ley dorada






Yo no creo en berrinches, protestas masivas, desobediencia civil u otras manifestaciones populares de repudio, en especial en Puerto Rico. Ya lo había escrito antes [refiérase al artículo anterior, “Censurénmen (sic)”] y sin ser Walter Mercado o Miguel de Nostradamus, y sin el auxilio de las estrellas o el ejercicio de la necromancia, predije lo que se daría luego de las decisiones tomadas por el gobierno de Puerto Rico en días recientes. La protesta, los estribillos, la camiseta alusiva (el maestro Antonio Martorell contribuyó con eso, aunque el artista Calle 13 se coronó como el rey de la camiseta) y todas las demás cosas que mencioné a vuelo de paloma, se dieron al dedillo.

Yo me considero un anarquista primitivo (lo que defino con el motto de: el que no me jodas la existencia ya es suficiente ayuda). Trato de vivir lo más al margen posible (síntomas de una misantropía en ciernes, aunque aguda), no participo, no soy complice de la democracia de masas y no me molesta en lo más mínimo la conciencia. Todo el que piense diferente está en su entero derecho.

No apoyo este tipo de cosas, por considerarlas inconsecuentes, ruido y furia y nada más. Pero no me molestan, cada cual con lo suyo. Yo mismo he estado en muchas manifestaciones masivas, también he gritado a todo pulmón, he cantado estribillos y he marchado bajo soles candentes, tirando huevos a diestro y siniestro, y con mi camiseta alusiva, pero lo he hecho más por novelería que por convicción, motivado más por una extraña curiosidad antropológica que por la responsabilidad de apoyar a mis semejantes en una causa común. Y, seriamente, todo el asunto siempre me da risa.

Esas ocasiones dan la oportunidad para que ambiciosos líderes sindicales, religiosos oportunistas, políticos de tercera y otros elementos de igual ralea velen la güira, monten su truco y canten sus loas, cada cual “halando la brasa más cerca de su batata”. También les da cuerda a los universitarios para que formen un party, beban como dementes y cometan actos estúpidos (característicos de esa edad, been there, done that) y para que Tito Kayak se trepe a un poste con la monoestrellada en los dientes o se amarre de las vías del tren urbano. That’s entertainment!

Pero, en medio de todo el tira pa’ ca, tira pa’lla, se me clavó una espinita, molesta y punzante, que tengo que tomarme el tiempo para sacarla de mi espíritu con el cuidado y esmero que merece. Empiezo por confesar, sin que me cause pena, que soy un “mama’s boy”. Con eso lo digo todo y ya saben por dónde voy.

¡Hijo de la Gran Puta!



Haga su click aquí para ver el video de Calle 13 mentándole la madre a Fortuño

Aquí está mi axioma al respecto: Solamente alguien, cuya madre se dedique al oficio de la prostitución con profesionalismo y talento, merece cargar ese mote. Y a mucho orgullo.

Todo lo demás es un golpe bajo, su uso, análogo a faltar al mandamiento irrevocable, escrito en piedra por Dios mismo, de no usar Su Nombre en vano. La peor ofensa que se puede concebir, que es atacar al ser que más se ama.

Es el último recurso, cobarde y anticlimático. Cuando ya no se sabe qué más decir, cuando queremos herir, de verdad, pero no nos atrevemos o no podemos tocar al adversario y escupimos el odio hecho palabras.

Residente Calle 13, pudiendo hacer tanto desde ese foro de poder que le cayó en la falda, optó por el rumbo tragicómico, digno de una oda a la antigua al héroe que comete la peor indiscreción, como el Prometeo que prostituye el poder divino del fuego y sus posibilidades.

Educado con esmero y mucho esfuerzo, e incluso en el extranjero, según tengo entendido, y creado a fuerza de crear, su talento lo demuestra con creces, la evidencia se sobra. Yo me gufeo las líricas del dúo, su música pegajosa y dulce, me tripeo los videos, que ha hecho en colaboración con artistas que también admiro. Como tal, espero un hombre más articulado.

Lo soez es tan fácil, tan llano, pedestre y desabrido, aunque tiene su belleza cuando enmarcado con estilo y en acertado contexto (fuck!, pregúntele a Eddie Murphy), y no carece de efectividad cuando, de nuevo en su contexto, acompaña una acción contundente, sin juzgar la calidad moral de las situaciones.

Como un humilde artesano del verbo, le reconozco esa virtud inegable. La oratoria, el discurso florido, tan vacuo como hermoso, la calidad placentera de la retórica dulce y vacía, eran actividades que los antiguos practicaban, adulaban y promovían.

La faceta subversiva, antagónica, hiriente se la da quien de ella dispone. También en sus manos, y apoyado por su talento y disciplina, es donde reside el hacerla un arte efectivo, ayudar en su trascendencia, destacar su importancia. Pero la asume a su capricho quien la recibe y entre lo que un lado intenta y el otro entiende, la función, eficiencia y propósito se diluyen, tergiversan y trastocan, pero queda la palabra como un hecho concreto.

Tanto Residente Calle 13, como yo, Max Resto (conveniente nome de plume), somos, en cierta medida, aunque a niveles evidentemente opuestos y extremos, hijos de la fama y la fortuna. Con libertad, recursos y foros para decir lo que nos dé la gana. Y es que la fama y la fortuna son las dos más grandes rameras del universo por definición y clase: siempre en venta y no se casan con nadie, ni siquiera la limosna de un beso, es todo o nada. Las dos tienen un gran precio, pero muy poco valor y ninguna de las dos concede fidelidad, jura lealtad o mantiene compromiso. Con nadie ni por nada. Así que, también por definición, nosotros somos por decisión dos hijos de la Gran Puta, las dos más grandes y maravillosas putas imaginables.

Pero René Pérez Joglar y Marcelino Resto León tenemos unas mamitas santas, que nos defienden hasta cuando saben que estamos mal, porque nos aman, nos parieron con dolor y sangre y nos criaron con los sacrificios que eso exije, idénticos en su calidad de dolor y sangre.

Aspiramos a ser nación, a ser soberanos, libres, respetados. Pues, empecemos por respetarnos nosostros mismos. Si nosotros mismos le tiramos con huevos al gobernador de nuestro país para que el mundo entero lo vea, el universo de la web y la comunidad global youtubeana, "hey, God bless the man", cinco minutos de fama, woo hoo, “good for you, tipo común!”, pero: ¿Cuál es el meollo del asunto? ¿Qué tipo de respeto podemos esperar que se le dé cuando nos represente ante el mundo?

A George W. Bush le tiraron con un zapato, pero fue en las ventas del carajo. En el U. S. Of A., donde casi el 80% de la población piensa (sabe) que el hombre es un soberano burro, todavía nadie osa un acto de ese calibre para mostrar su indignación (aunque todos sueñen con hacerlo), porque, como nación orgullosa que son, ellos se respetan un poco más.

Fortuño, para mal o para peor, es el gobernador que los puertorriqueños eligieron. Idependientemente de que sea mentiroso, inepto, pusilánime, escurridizo, diestro en el campo de la oportunidad estratégica y la conveniencia política (por todos los demonios, es un político, ¿qué más se puede esperar?) se lo van a tener que chupar por los próximos tres años, democráticamente.

Insisto en que el cambio debe darse desde adentro.

Llegó el momento de aprender, de cambiar, de crecer. ¿Cómo podemos exijir cambio sin hacer el menor esfuerzo por cambiar nosotros? Gritar consignas es fácil, tocar panderos, formar comparsas, cantar coritos y agitar banderitas es entretenido. Escupir improperios, denigrar a la mujer, la posición de madre, al género entero y al pueblo que se representa escudado en la libertad de expresión y gracias al poder que nos da nuestro talento y un foro internacional, está de más. No es lo mismo insultar mi inteligencia, que insultarme con inteligencia.

Debemos ir por encima de la ofensa fácil, que es discurso vacío, pero de nefastas consecuencias. El mejor discurso de protesta es un diálogo que contenga las inquietudes en detalle y sin tapujos, acompañadas de posibilidades de solución y consenso y llevado a los foros que en colectivo se decidió instituir para ello. Yo no creo en cambio radical, tengo más confianza en los procesos paulatinos, pero los procesos no se pueden estropear. No se puede salir del laberinto caminando en círculos. La reiteración rabiosa y seca de los problemas y el volumen innecesariamente subido de la queja individual, el lloraíto personal, tierno e íntimo, para que el colectivo se enardezca ya se sobran.

No me grites mil veces el problema, hablemos de soluciones. Si ese no es el caso, hagámosle honor a la regla dorada: el silencio es oro.

Wednesday, September 16, 2009

¡Censurenmén! (sic)

Las cosas que se suceden en estos tiempos son como para llorar y morir, pero de risa (a lo Eduardo II).

Ahora la nueva modalidad en la isla del encanto, el tema noveau es la censura y la literatura.

Yo siempre he leído mucho, y siempre, pero que siempre, he leído específicamente lo que me da la pura y regaladísima gana. Eso me hace una especie de experto en ambos campos: el de discernir lo que se lee bajo la indulgencia de mis prejuicios y gustos personales (no me ofresco para hacer lo propio en centros de enseñaza, que conste) y el de leer mucho por gusto y con prejuicios personales.

Me encanta la poesía, flor de las letras, intrincada, colorida, dulce, en ocasiones breve, de la duración de una caricia de afecto y con idénticas consecuencias. Adoro las novelas, la ficción, ejercicio supremo de la imaginación y la libertad, la base para el ingenio y la raíz misma de la genialidad. Siento reverencia por el periodismo, la vieja escuela, un arte menor, según uno de mis más dilectos mentores (un periodista de la vieja escuela, nunca censurado), pero un arte al fin y al cabo, lo que demuestra disciplina y conocimiento. Me apasiona la literatura y punto.

Llegó la guagüíta de la censura y bendecidos aquellos que se montaron, yo incluido (insértese emoticón de carita con la lengua por fuera).

Ya hay muchos desempolvando sus olvidadas copias de los textos mencionados, sólo para deleitarse con los párrafos, fragmentos y adjetivos señalados. Los que no tienen su copia, y se mueven al son que les toquen, ya correrán con el resto de la manada a la librería más cercana para obtener su copia y así ponerse a la par con los eventos recientes. Un breve renacer del interés del público en la isla por el tema de nuestra literatura nacional. Woo, hoo.

Si me preguntan: no soy escritor. ¿Oficio? No tengo, soy independientemente pudiente (no necesito mucho, lo que hace que a veces me sobre lo poco que tengo).

Pero escribo, eso hago.

Estoy totalmente de acuerdo con Andy Rooney, el popular y respetado comentarista del programa de televisión “60 Minutes”. Dice el señor Rooney que escribrir es un ejercicio egoísta. Se tiene que ser bien egocéntrico, primero para pensar que se tiene algo importante que decir, segundo para estar convencido de que otros le dan a lo que pensamos esa misma importancia y tercero para creer que se hace con estilo, gusto y eficacia.

Yo soy definitivamente egoísta, un poco obsesivo y bastante misántropo. Escribo para mí, porque me da placer. Escribo para pasar el tiempo, para entretener a los que quiero, para compartir con los que admiro y me inspiran (tantos escritores, amigos del alma todos, muchos de ellos censurados).

Ya estoy bastante crecidito como para tener románticas nociones de fama y riqueza, la ilusión de extensa covertura mediática y aceptación crítica no me motivan, como tampoco me motiva el dinero (que definitivamente no necesito para estar pela’o). Es una locura mansa, la del verbo y sus dominios, es mi locura, y la de muchos que conozco, sólo eso: la locura egoísta de escribir.

También estoy bastante crecidito como para creer que con berrinches, manifestaciones masivas, cartas a editores y declaraciones apasionadas y elocuentes se puedan resolver todos nuestros problemas. Los problemas que nos agobian estan tan arraigados, emanan desde adentro y son tan nuestros que ya son como los vicios, y como dice el escritor y amigo Pepe Liboy Erba (no creo que esté censurado, pero leánlo de todos modos) los vicios no tienen cura sino substitutos.

Visto desde un punto lógico, práctico si se prefiere, la culpa de todo la tiene el coquí. Los males que nos agobian no nos vienen del cielo en un deus machina de penitencias sin final y de indulgencias postergables. La fiebre no está en la frisa. Nuestros males como pueblo nacen del espíritu, es una consecuencia real, palpable y viva de nuestra reacción individual al zeitgeist, llevada al colectivo y viceversa. La censura nos es un mal específico, es un síntoma mortal. Se adelanta mucho cuando se reconoce que el verdadero problema de Puerto Rico lo somos exclusivamente los puertorriqueños y nadie ni nada más. Somos nosotros los que tenemos que cambiar para que pueda cambiar nuestra situación actual.

Nuestra criminalidad rampante, violencia doméstica, economía precaria, y otros tantos males nos hacen un navío a la deriba, sin plan de viaje ni destino seguro. Y para colmo de males, nuestras instituciones son cosa de risa, ejemplos del mejor realismo mágico caribeño.

Tenemos un presidente del senado que hace lo que le da la real gana, lo que le sale del honorable forro y no le rinde cuentas a nadie, un gobernador pusilánime que nos mira desde las portadas de la prensa diaria con sus ojos grandotes de becerro suplicante o caricatura animada, esas miradas tan tiernas… y se encoje de hombros como quien dice: yo no fui.

Cunde la corrupción y el chantaje, la malversación y la apropiación ilegal, el invento y el ¡ay! bendito. Están los que proponen aventuras dieciochescas, dignas de Verne y H. G. Wells. Exploraciones marinas, batíscafos refulgentes, joyas del anacronismo. Los que prometen maravillosos tesoros olvidados en las profundidades, el oceáno y sus misterios, sus ricas sorpresas e incomparables delicias. ¡Yo quiero!

Y están los que se empeñan en retrazar las fronteras que dividen la iglesia del estado, los responsables de nuetro bienestar y porvenir, diseño inteligente, y los que ven ofensa en el verbo directo y sin depuración, en los adjetivos de peso y colorido, la riqueza y variedad del leguaje coloquial hecho carne y espíritu, la literatura en su más pura manifestación y más perfecta de sus expresiones. Protectores de nuestra pudencia y decoro. Y, peor aún, están los que no hacen nada, el cero a la izquierda, el que mira y calla, el que debe reacionar por obligación y no quiere hacerlo por conveniencia.

Todos elegidos bajo los rigores de una de las más perfectas democracias del hemisferio, el modelo americano y con su sello de calidad (blesseth be the U. S. of A.). Puerto Rico tiene el gobierno que se merece por que este es el gobierno que quiso, no hay más que buscar.

Son situaciones que nos dejan tan anodadados, perplejos, estupefactos (palabra de domingo) ante la capacidad impresionante de nuestra realidad para la hipérbole y el absurdo, la única reacción posible es la risa.

La política en Puerto Rico, es de todos sabido, es un fogón donde siempre hay algo cocinándose. El guiso de la semana se llama controversia en educación. Ya lo veo, como una película vieja que nos sabemos de memoria: programas especiales de tv, entrevistas exclusivas, manifestaciones multitudinarias, ánimos enardecidos, una plena compuesta para la ocasión (Calle 13 interpreta, no le hace caso a la censura), un libro de poemas y otro de ensayos, par de videos en youtube, tal vez una camiseta alusiva y hasta una gorrita.

Listos para la próxima controversia en agenda. ¿Y las cosas? Ay, bendito, gracias por preguntar.

A mis amigos de las letras les digo, lo mejor que se puede hacer es hacer lo que sabemos hacer mejor. Recuerdo por casualidad una anécdota: Mi amigo y mentor, Edgardo Nieves-Mieles (laureado poeta y narrador, no censurado, pero usa vocablos altisonantes), una vez increpó a un joven (poeta en ciernes) quien sudaba la gota gorda tratando de recitar de memoria unos versos dolorosamente horribles que había recién compuesto para la ocasión. Su consejo, honesto y brutal, fue que el tiempo que perdía memorizando poemas tan malos lo debería aprovechar leyendo. Tal vez así mejoraría en algo como poeta.

Recuerden la película “Throw Momma from the Train”: el escritor escribe.

Se que muchos no estarán de acuerdo conmigo, y que voy a pagar las consecuencias de esta intromisión en el tema.

Venga, pues. No es como en mis tiempos en la marina donde te amenazaban con literalmente despojarte de tu onomástico.

¿Qué es lo peor que me pueden hacer? Hey, ¡censurenmén(sic)!



por Max Resto©2009

September, 2009, NYC